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  • homoigni
  • 5 feb 2023
  • 4 Min. de lectura

¿Por qué no tengo novi@?

A veces causa estrés no tenerlo, sobre todo cuando ya tenemos claro que eventualmente nos gustaría casarnos con alguien y tener una familia. Lo que anhelamos es una unión profunda e incondicional con alguien. Lo que tememos es no tener eso que anhelamos. Un@ novi@ nos da muchas cosas y una de ellas es la seguridad de que al menos tenemos una vía para obtener lo que anhelamos porque el noviazgo es la ruta natural para aquello que viene con el tiempo y que se sella con un compromiso de por vida.


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Sucede algo curioso: cuando tenemos novi@, se eliminan los ideales y empieza el conocimiento de una persona, tan imperfecta como nosotros. El que lo ha vivido sabrá que esto es mucho mejor que una búsqueda eterna por una persona ideal.


“Ok, me gusta la idea”, podrán decir, “pero el caso es que no tengo novi@. Creo que ya sé qué quiero y por qué lo quiero, pero, ¿por qué no lo tengo?”


Ante esto, la consolación típica es: ya te llegará alguien, siempre llega. Creo que esa esperanza es bien intencionada, pero no muy convincente. Esto, a pesar de la consideración de que en el mundo hay muchas personas y la estadística, aún considerando que somos todos diferentes, nos favorece. Es decir, es muy probable que de hecho alguien llegue. Pero en toda probabilidad hay casos desfavorables también.


Hay que ver es que tener novi@ es una posibilidad que no depende siempre de nosotros. En nuestra sociedad es más común que los hombres den el primer paso hacia esta alternativa, y eso podría hacer pensar que las mujeres tienen una desventaja. Eso quizás sea cierto en la generalidad de los casos. Siempre es más fácil satisfacer un deseo cuando a través de nuestra voluntad podemos aproximarnos a su consecución, comparado con esperar que la consecución venga hacia nosotros sin que nos movamos demasiado. Pero hay más.


Creo que vale la pena pensar un poco en aquella frase popular: I fell in love. Según esto, el enamoramiento no es un salto, sino una caída. Un “topetazo” con alguien. Este es un esbozo quizás demasiado romántico, pero creo que tiene al menos una contribución en ese sentido: caer no es algo voluntario. El verdadero enamoramiento no se da por una intención, sino por una coincidencia que desequilibra. ¿Es así siempre? Quizás no. Pero, lo que sí estaría dispuesto a apostar es que lo irracional de cualquier relación -es decir, aquello que viene del corazón y no de la cabeza- es lo más fuerte y poco predecible, calculable y analizable. Si esta idea es cierta, entonces tanto hombres como mujeres están en igualdad de condiciones en cuanto a los temas del corazón.


Nada nos garantiza que nos enamoraremos. Podemos, ante la incertidumbre y la prisa, cambiar lo que somos y lo que pensamos con tal de ser “más atractivos”. Si tenemos éxito con ello, habremos conseguido una relación basada en la mentira. Si fracasamos, quizás nos perdamos de la posibilidad de encontrar a alguien siendo quien realmente somos. ¿Y quienes somos? Cada quien tendrá sus ideales, pero apuesto a que nadie quiere genuinamente ser “la zorra”, “el padrote”, “el mamón”, “la buenota”. En una relación profunda somos tú y yo.


No se puede responder a la pregunta guía de este escrito. Las condiciones para el enamoramiento, que idealmente deviene luego una unión profunda entre personas, son múltiples e imposibles de identificar del todo. Por lo tanto, yo no perdería el tiempo planteando la pregunta. Lo que yo haría -y espero que este consejo sirva de algo- sería vivir tranquilamente la soledad, conscientes de que el entorno social y la presión que éste pueda ejercer no tienen por qué perturbarnos. No hay reglas en las relaciones de pareja y esto implica que cualquier estructura temporal asociada es absurda. La soledad que antecede una relación es el momento para plantear los cimientos y disponerse para descubrir y dejarse sorprender. A las personas se les conoce dialogando y con-viviendo, no satisfaciendo deseos carnales, angustias, ni aparentando. Propongo sustituir la duda, ¿por qué no tengo novi@?, por, ¿qué personas y ambientes frecuento y qué fomento en mi propia persona para buscar encuentros más significativos? El enamoramiento es un efecto del corazón, pero la relación que yo creo que la mayoría de nosotros buscamos no termina en eso, sino que apuesta por una unión profunda e incondicional. No caigamos en la trampa de creer que amar es solo estar enamorado, y tampoco creamos por un momento que la relación profunda consiste solo de cosas que se pueden ver y tocar (pertenencias, experiencias, lujos, sonrisas, fotos, vinos, etc).


Para terminar, permítaseme una metáfora. Si busco una secuoya roja tengo que hacer dos cosas: ir al hábitat correcto (el bosque californiano) y equiparme con los medios necesarios para poder llegar, identificar y disfrutar de mi hallazgo. Para toparme con lo que busco -al final la búsqueda culmina con la sorpresa inesperada- debo ubicar mi campo de búsqueda y tener lo necesario para poder llegar a ello. Así, también, en la búsqueda de pareja.


 
 
 

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